Por Sarah D., '28
He sido el "manitas" de la casa desde que tengo uso de razón. Empecé, armado con un rollo de cinta aislante enroscado en mis regordetes brazos de niño mientras recorría la casa esperando a que mi madre me llamara. En aquella época, no sabía mucho de detalles técnicos, pero conocía la frase "la cinta aislante lo arregla todo". La decía mi padre mientras yo ayudaba a mi madre a arreglar roturas en carpetas, cajas e incluso un marco de fotos.
Empecé a coser en tercero de primaria, cuando mi hermana pequeña empezó a ser un poco brusca con sus peluches. Había aprendido a coser, practicando con retazos de tela, antes de abrir la tienda a los peluches rotos y queridos que compartíamos mi hermana y yo. Mi técnica de costura llegó a ser tan buena que mi madre me pedía que remendara y arreglara algunas de sus prendas. Recuerdo la sensación del alfiler pinchándome el dedo cada vez que se me escapaba la aguja, pero también la sensación de logro cuando le devolvía los juguetes remendados a mi hermana y la ropa arreglada le quedaba a mi madre como un guante.
La carpintería se convirtió en mi siguiente aventura, gracias a nuestros dos perros grandes, Jake y Elwood. Eran unos zoquetes adorables que intentaban espiar a los transeúntes a través de la valla. Sin embargo, como eran del tamaño de un hombre adulto, desgastaron las tablas y acabaron rompiendo la valla. Mi padre y yo nos pasamos el fin de semana quitando las tablas desgastadas, midiendo, consiguiendo madera nueva y cortando y clavando con habilidad las nuevas. El proyecto me enseñó a manejar materiales más grandes. Incluso me reté a construir una mesa y un asiento de exterior con las tablas sobrantes, teniendo cuidado de teñir la madera y lijar los bordes afilados. Sentí una sacudida de victoria cuando mi padre se sentó y la madera no se derrumbó bajo él.
Al entrar en el instituto, mi deseo de seguir construyendo me llevó al equipo de robótica del instituto, que me introdujo en el modelado 3D y las impresoras. El dominio del CAD y las impresoras del instituto alimentaron mi ambición de ampliar mis habilidades más allá de los proyectos escolares. Después de mucho investigar y persuadirme, mi padre invirtió en una impresora 3D, lo que me permitió crear repuestos para muebles, ganchos e incluso elaborar artículos personales como un organizador para el cajón de los calcetines y un juguete para gatos. Las peticiones de mis amigos, como modelar e imprimir un recambio para el interruptor de la aspiradora, añadieron una nueva dimensión a mi habilidad.
Mi periplo de manitas se extendió a la mecánica de automóviles en segundo curso, cuando tomé las riendas del Ford F250 1993 de la familia. A pesar de sus problemas -poco kilometraje y años de desgaste- me negué a dejar que fallara. Al poco tiempo de conducir el camión, el velocímetro dejó de funcionar y se oía un ruido metálico al conducir. Tras una inspección exhaustiva, descubrimos que el sensor de velocidad se había desprendido y se había alojado en el diferencial trasero. Como mi padre se estaba haciendo viejo y ya no era tan ágil como antes, confió en mí para abrir el diferencial y coger la pieza, antes de enjuagar los fragmentos de metal e instalar un sensor nuevo. Un año después del fallo del sensor, la suspensión empezó a fallar, requiriendo nuevos amortiguadores. El camión era un ciclo de cosas que se rompían y se arreglaban, pero también me enseñó las habilidades más comunes de los cambios rutinarios de aceite y cómo arrancar la batería.
Al final, mi trayectoria como "manitas" del hogar ha sido una evolución continua. Desde mis primeros días con cinta aislante hasta el dominio de la costura, la carpintería, la impresión 3D y la mecánica de automóviles, cada habilidad adquirida no solo ha mejorado mi destreza técnica, sino que también ha cultivado un sentido de la responsabilidad y la determinación. Los diversos retos a los que me he enfrentado han moldeado mi crecimiento, inculcándome un espíritu resistente que se nutre de la alegría de aprender a través de la experiencia práctica.
Comentarios del Comité de Admisiones
Sarah relata su experiencia como "manitas" del hogar y la versatilidad de habilidades que adquirió a lo largo de los años. A medida que surgía cada dilema, desde un peluche desgarrado y una valla dañada hasta un gancho roto, Sarah aprendía a repararlo. A través de cada una de sus habilidades, Sarah comparte anécdotas personales que demuestran su sentido de la comunidad, el servicio y la familia. Vemos su capacidad de adaptación a medida que aprende nuevos medios y su afán por aprender con métodos prácticos. En cada uno de estos proyectos, Sarah también muestra la innovación y el ingenio que pueden estar presentes en tareas aparentemente ordinarias. Esta curiosidad innata será muy valiosa en Hopkins, donde los estudiantes buscan nuevas perspectivas, ideas y soluciones.